En el actual momento que enfrenta la sociedad, de una nueva crisis del sistema capitalista, los países centrales buscan mantener su hegemonía por sobre los países periféricos y claramente el dominio de la burguesía por sobre la clase trabajadora en todos los países, en todas la regiones del mundo.
En su fase imperialista, el capitalismo busca el dominio y control de las grandes empresas, el sistema financiero, las grandes industrias, el comercio y la agricultura; en este caso ha llevado su avance hacia el campo, sobre los recursos estratégicos que en ellos se encuentran, es decir, tierra, agua, biodiversidad; y para ello necesita el control del campo. Por ello, actualmente la disputa clave es por el territorio, este entendido como el suelo, subsuelo, biodiversidad, formas de organización, producción, reproducción y sistema de autoridades locales. La lucha en defensa del territorio es la lucha estratégica del movimiento campesino.
En el caso de la agricultura, la llamada crisis de alimentos, bajo una política de escasez, y la pérdida de la soberanía y seguridad alimentaria se busca solucionar a través de la masificación de la producción de alimentos, y para ello los gobiernos y las IFIS (Instituciones Financieras Internacionales) promueven (imponen) el uso de agro tóxicos y productos transgénicos.
Es de destacar que las crisis del capitalismo se dan por sobreproducción, por lo que es ilógico creer que la llamada crisis alimentaria se da por falta de alimentos. Estimaciones de la FAO indican que la producción global de cereales de 2008 alcanzó la cifra record de 2245 millones de toneladas, lo que representa un aumento de 5.4 % respecto a la producción de 2007. Este crecimiento respondió, en gran medida, a los altos precios de los cereales y a la extraordinaria expansión de 11 % de la producción de los países desarrollados. En contraste, la producción total de los países en desarrollo creció un modesto 1.1 %, llegando incluso a mostrar una leve caída de 0.8 % si se descarta la producción de Brasil, China e India
[1]. El problema de la sobreproducción se traduce en la búsqueda de mercados para comercializar los productos de las grandes empresas transnacionales.
Durante la crisis alimentaria que se comenzó a manifestar en 2007 hubo cosecha récord de cereales. Sin embargo aumentaron los hambrientos en el mundo a más de 1000 millones. Entre los principales factores de la crisis están la producción para agrocombustibles (que entra en competencia con alimentos), aumento de precios de los alimentos, aumento de precios del petróleo. Mientras por otro lado las empresas Monsanto, Syngenta, DuPont-Pioneer, Cargill, ADM, Bunge y otras del sector, tuvieron ganancias extraordinarias en 2007 y 2008, lucrándose con el hambre: de 60 a 140% más que en años anteriores
[2].
En este contexto son las poblaciones rurales y campesinas quienes están realizando una lucha de resistencia para la defensa del territorio. Esta lucha no es apenas una lucha contra los agronegocios
[3], las minerías, ni solo contra las represas, es una lucha frente a una política dominante de carácter capitalista e imperialista, cuya racionalidad económica es la obtención de ganancias a cualquier costo, por encima de la humanidad, la naturaleza y de la vida misma.
¿Qué está pasando actualmente en la agricultura?
El dominio de grandes empresas multinacionales de agronegocio controlan el comercio y los precios en los productos agrícolas, la fabricación de insumos agroquímicos (abonos, venenos) las industrias de máquinas y equipamientos y la agroindustria procesadora; las semillas y las matrices animales; se apropian de los recursos naturales y de la biodiversidad (tierra, agua, semillas).
Está cambiando la función social de los alimentos: hay una crisis mundial de energía (petróleo) por eso los países ricos (EE.UU. Europa, Japón) que consumen el 70% de toda la energía del mundo, están imponiendo como solución para el resto del mundo transformar alimentos en energía. Con eso los alimentos pasan a disputar espacio con la energía (“biocombustibles”), es decir, el precio de los alimentos pasa a acompañar los precios internacionales de la energía. Y con ello de alimentar al mundo pasa a llenar las barrigas de los automóviles.
En este marco, el creciente interés de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), así como de países como Brasil, China, Japón e India, por la producción de carburantes obtenidos a partir de productos vegetales, muy especialmente etanol de maíz y de caña de azúcar, así como de agrodiesel obtenido de la soja y de la palma aceitera, ponen en discusión los límites de la actual matriz energética y hacen necesario identificar soluciones que vayan más allá del simple “alargamiento artificial” de la civilización petroadicta.
La producción de carburantes vegetales en los países periféricos (América Latina y el Caribe, Asia, África), reproduce los viejos esquemas coloniales que hicieron posible el dominio de distintos imperios a lo largo de los últimos siglos, sobre inmensos territorios y recursos. Efectivamente, la expansión de los agrocombustibles supone un control latifundiario de la tierra, una explotación inmisericorde de la fuerza de trabajo humana y un control centralizado de recursos escasos como el agua, indispensables en la expansión de los monocultivos. Las escasas experiencias exitosas de producción de agrocombustibles en pequeña y mediana escala, por la agricultura familiar y sostenible, son solo islotes perdidos frente al poderío devorador de las grandes compañías de la industria automotriz y del agronegocio.
Motivos de la elevación de los precios:
El encarecimiento de los combustibles ha incrementado también los costos de producción de los productos agrícolas; por ejemplo, el precio en dólares de EE.UU. de algunos fertilizantes (como el superfosfato triple y el cloruro de potasio) subió en más del 160 % durante los dos primeros meses de 2008, en comparación con el mismo periodo de 2007. De hecho, el encarecimiento de la energía ha sido muy rápido y marcado, como indica el índice de precios de la energía, que se multiplicó por más de tres desde 2003. Además, con el aumento de las tasas de flete que se duplicaron entre febrero de 2006 y febrero de 2007, el costo de transportar los alimentos a los países importadores también ha resultado afectado
[4].
En países como Brasil e Indonesia se están promoviendo grandes proyectos por parte de los agronegocios para incrementar la producción de agrocombustibles, lo que está produciendo a nivel internacional una subida en los costos de los alimentos utilizados para su producción (por ejemplo trigo, maíz, cebada y glucosa). El incremento de las superficies reconvertidas a Palma Aceitera también destaca en países como Sumatra en Asia o Colombia y Guatemala en América Latina.
Sin embargo, el crecimiento de los precios no puede ser solo explicado por la “desarticulación de ofertas regionales”. Hubo un crecimiento mucho mayor que su decrecimiento. Podríamos enumerar otros factores: 1. El desgaste de las reservas de petróleo, y la dependencia de la agricultura de esta fuente energética – agroquímicos y fertilizantes hechos de nitrógeno; 2. La disputa por fronteras para la producción de biocombustibles; 3. El financiamiento de los alimentos, que los sujetan a la inflación de precios por medio de la especulación.
El mercado emergente de los biocombustibles constituye una fuente de demanda nueva e importante para algunos productos agrícolas, como el azúcar, el maíz, la yuca, las semillas oleaginosas y el aceite de palma. El aumento de la demanda de estos productos ha sido uno de los principales motivos del aumento de sus precios en los mercados mundiales lo que, a su vez, ha generado el encarecimiento de los alimentos.
Estos productos, que se han empleado principalmente como alimento y/o forraje, se están cultivando ahora como materia prima para la producción de biocombustibles. El notable encarecimiento del crudo los convierte en sustitutos viables en algunos países destacados que disponen de la capacidad necesaria para usarlos. Por ejemplo, el etanol procedente de diversas materias primas y sistemas de producción agrícola puede competir con la gasolina con diferentes precios del crudo y los productos básicos. La caña de azúcar brasileña resulta competitiva, ya que su precio como crudo es muy inferior al de otras materias primas y explotaciones de producción. Schmidhuber (2006) calculó que, para que el etanol de maíz estadounidense fuera competitivo, el precio por barril del crudo debía rondar los 58 dólares de EE.UU., pero es importante destacar que este punto de inflexión refleja los precios del maíz en un momento fijo y que cambiaría según los precios de las materias primas. De hecho, el maíz se ha encarecido enormemente desde que se realizó este análisis, en parte como consecuencia de la demanda de biocombustibles
[5].
Es decir que estos supuestos beneficios dependen de la variación de precios sujetas en el caso de la agricultura desde variantes climáticas hasta la especulación por parte de las empresas que controlan toda la cadena de producción y de distribución y de la fluctuación de los precios internacionales del petróleo.
Todo esto provoca un cambio en el papel de la agricultura que pasa de producir alimentos a producir energía. La elevación de los precios internacionales del petróleo, elevación de los precios de los insumos (aumento en el costo de la producción por ser una agricultura petrodependiente); aumento en el consumo para la producción de energía (con ello disminuye las existencias mundiales de alimentos porque están siendo transformados en energía). Control de la agricultura por las multinacionales y por los grandes bancos mundiales. Desgaste de las tierras cultivables. Concentración de tierras en manos de multinacionales y especuladores
Además de los efectos en términos económicos se pueden mencionar algunos impactos de tipo social: por ejemplo en el Norte de la India, Nepal y Bangladesh han reportado migraciones masivas de alrededor de 20 millones de personas, en este año, por causa de las lluvias e inundaciones, lo que esta sumando problemas al cuadro de enfermedades contagiosas, al acceso a agua potable y medios de vida para la población. El modelo de agronegocio es insustentable y pone en riesgo a toda la humanidad: Envenenamiento de la población: alimentos contaminados por venenos y el consecuente aumento de enfermedades en la población. Crisis ambiental, creciente destrucción, desequilibrio y desastres ambientales de todo tipo: secas, tempestades, huracanes, aumento de enfermedades, de plagas, envenenamiento
La situación de los Agrocombustibles
La reacción de sectores de la vieja oligarquía y de la burguesía criolla, sectores vinculados históricamente al agronegocio, no se ha hecho esperar. Diversos medios de comunicación de la región dieron cuenta de ello. Por ejemplo, el periódico La Prensa Gráfica, recoge declaraciones del sector cañero en el país, para el cual se trataría de una “gran oportunidad” para expandir el negocio, mediante la exportación de etanol hacia los Estados Unidos. (La Prensa Gráfica, edición digital, 03/10/2007).
Anteriormente, el entonces presidente Saca había expresado enorme satisfacción por la decisión de los gobiernos brasileño y estadounidense de favorecer el desarrollo de agrocombustibles y anunció una modernización de la legislación en el país para favorecer las inversiones necesarias, tanto para la producción de etanol como de biodiesel, incentivando a inversionistas privados. Significativamente, el presidente Saca declaró a la prensa que: “Deberíamos preocuparnos por una ley de tierra, que le permita arrendar tierra a mucha gente que quiere meterse definitivamente a sembrar caña” (La Prensa Gráfica, edición digital, 04/05/2007), en alusión a los cambios y prioridades que la producción de agrocombustibles introducirá en el uso y control de la tierra disponible para cultivos en El Salvador.
El Salvador, en consonancia con los términos del Memorandum de Entendimiento entre Brasil y los Estados Unidos, fue escogido para el desarrollo de un plan piloto en producción de etanol para exportar hacia los Estados Unidos, aprovechando el marco jurídico establecido por el TLC entre ambos países que facilita la exportación de etanol sin pago de aranceles. (La Nación, edición digital 02/04/2007)
Consultores internacionales, financiados por la Organización de Estados Americanos y el Departamento de Estado de Estados Unidos, revelaron que en El Salvador hay capacidad de producir etanol a base de caña, actualmente este producto ocupa el 6% del territorio cultivado en el país. Parte de las propuestas presentadas en el estudio detalla la creación de un proyecto de producción de etanol en algunos ingenios del país, como en La Magdalena Green Fuels (como lo denomina el estudio), que implicaría adicionar una destilería de etanol y reemplazo de cierto equipo ya existente en el ingenio para producir 9 millones de galones de este biocombustible al año y 9.6 megavatios de electricidad
[6]. Héctor Dada, ministro de economía, asegura que existen entre 300 y 400 hectáreas ociosas para trabajarlas, no obstante la decisión de que sean utilizadas para la producción de etanol dependerán del Consejo Nacional de Energía.
Alimentos para las personas
Los agrocombustibles no forman parte de ninguna agenda de desarrollo para la pequeña y mediana producción agrícola y ganadera de alimentos, se trata de un nuevo ámbito de disputa por el control de mercados y materias primas a nivel internacional entre economías desarrolladas y emergentes, con el apoyo de los organismos financieros internacionales y los grandes grupos de agronegocios. Los agrocombustibles están convertidos en “commodities” para los grandes grupos inversores y la especulación de precios en el desorden de las finanzas internacionales que tiene amenazada la economía del planeta entero. A partir de este hecho, las bolsas y los Bancos Centrales a nivel mundial descubren que los precios de las materias primas (agrícolas y minerales) han estado muy baratos y no pueden continuar así.
Nosotros como movimiento campesino, optamos por una producción campesina y de pequeña escala, descentralizada, sin patentes, con semillas propias y basada en la diversidad. Estamos en favor de producir alimentos sanos y nutritivos que llegan a la gente que realmente los necesita y cuidan el ambiente que la sostiene. Respetando también los conocimientos ancestrales y la diversidad de nuestra naturaleza.
Apoyamos una agricultura de pequeña escala, diversificada, centrada en las personas con mercados locales y modos de vida saludables, usando menos energía y menos dependencia de recursos externos. Las familias campesinas sostenibles cumplen la misión fundamental de la agricultura: alimentar a las personas.
Es importante que los movimientos ampliemos la visión y entendamos la perspectiva estructural y sistémica, descubriendo los intereses que están detrás de esta lógica, identificando quienes son realmente los adversarios de la clase trabajadora, aquellos que están lucrándose a partir del hambre y la miseria del mundo. Es importante e imprescindible tejer alianzas para enfrentar la problemática desde una perspectiva de clase, articulándonos en una estrategia común de la causa popular.
Reafirmamos que no es solo un problema para los campesinos ni las poblaciones rurales; es una situación que afecta al conjunto de la sociedad, en tanto la producción de alimentos no vayan dirigidas a satisfacer el hambre de la población; en tanto que quienes controlen los precios de los alimentos sean las corporaciones transnacionales y; en general por los impactos económicos, sociales y ambientales que implican este tipo de decisiones. Por ello hacemos un llamado a profundizar nuestras acciones desde un enfoque de soberanía energética y alimentaria.
“Por la Vida y Dignidad Campesina”
MVEC.
El Salvador, Octubre de 2009.
FAO. Situación Alimentaria en América Latina y El Caribe. Noviembre-Diciembre. 2008.
Ribeiro, Silvia. Soberanía Alimentaria y Nuevas Tecnologías.
El término agronegocio (del inglés agrobusiness), comenzó a usarse a finales de la década de los 50 para referirse a una nueva forma de organizar la producción agrícola, donde el actor central no es el productor campesino sino una gran corporación que controla toda la cadena productiva, desde la preparación de la tierra hasta la comercialización final y la exportación, además de someter a su dominio a los pequeños productores cuyos insumos productivos y su misma producción pasan a depender del gran capital (Moraes, 2008).
FAO. Óp. Cit.
FAO. Óp. Cit.
El Economista.net. miércoles 15 de julio de 2009.